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sábado, 22 de marzo de 2008

Los motorizados se han convertido en una plaga en Caracas

Imagen de Yo to pa mi

Sano me he quedado. He logrado controlar los impulsos aventureros, quizás algo trastocado por cómo salio la última experiencia, donde me fui a vivir a las alturas con mi amada cerrícola. ¡Todavía me sorprendo, y eso que la vaina ya pasó, se relajó y estabilizó a su manera! Ahora voy, la veo, me bebo unas cervezas y le hago el amor.

He trabajado rutinariamente durante dos semanas. El trabajo por la paga, así de simple. Sin nada extraordinario que narrar a no ser la monotonía, cosa que, como ya les dije, no me entusiasmo mucho en romper, y menos en estos día santitos. Tengo en mente a una amiga profesora en Guatire, reservada por ahí en la lista... ¡Tiene unas caderas...! ¡Epa, pero tranquilo! Estoy intentando dejar convertir este blog en el diario de un Don Juan y transformarlo en un amasijo de ruedas y latonería que le sirva para algo a quien quiera conocer la calle... Aunque, pensándolo bien, la aventura y el amor es un hecho de calle.

Cambiando la tónica, porque sé que ya habrá tiempo para el tema (maña vieja no se pierde), paso a referirles lo que vi en la esquina Teatros del centro de Caracas, estación del metro. Estando en el semáforo esperando la luz, una doña se lanza con su nieto a cruzar la calle, por supuesto, después de esperar que los vehículos se alinearan en la línea blanca de espera del asfalto. Miró y miró hacia el fondo de la calle y después se animó a cruzar, agarrando a su muchacho de la mano. Pero la señora no vio al motorizado que venía en sentido contrario, relampagueantemente, "comiéndose" la flecha. Eso fue hará unos 5 días. Se la llevó el motorizado, levantándola por el aire, cayendo luego la doña y pegando la cabeza en la acera. Murió, y el motorizado, con la impune velocidad de su motocicleta, se dio a la fuga. El niño sobrevivió.

Saque usted la cuenta. Los motorizados se han convertido en una plaga ciudadana, en un problema de salud pública, en una motivación para el nervio y el caos. Se "comen" las luces, circulan por encima de las aceras, se pelean con medio mundo porque no le dejan Caracas para ellos solos, revientan retrovisores a granel (el mío ya se lo llevaron), salen de cualquier parte, temiendo la gente que en algún momento les caigan hasta del cielo. El mensaje es para las autoridades. Hay que meterlos en cintura.

Hay que preguntarle al alcalde qué pasó con las nuevas reglas que los iban a normar a partir del primero de este marzo. Se requieren con urgencia. Sé que en la Asamblea Nacional trabaja en una nueva ley de tránsito, pero ello no quita que con ordenanzas se coadyuve a la ley nacional. Para nosotros, los taxistas, es casi normal que andemos con los retrovisores destrozados por causa de tales elementos. Es lógico, permanecemos más que cualquier otro conductor en la calle, más expuestos a la picadas de tales zancudos con ruedas. Y aquí aprovecho para hacer una comparación, que espero sea provechosa, aunque siempre son odiosas las comparaciones. Vaya al Municipio Chacao y vea cómo los meten en cintura. ¿Qué pasa con Libertador? ¿No es posible el control?

Tuve un impulso, como muchos, de seguir al asesino. No es la primera vez que me meto en rollos en la calle. Pero si hubiera tenido una moto, lo sigo y hasta lo capturo. En ese momento, dada mi indignación, no me cabía la menor duda. Yo, con todo lo curtido que pueda estar por la calle, con todo y que considero a los peatones más que irresponsables cuando caminan por las calles "tragándose" también la luz, botando la basura en el suelo, a veces apoyando ilegalidades; no pude evitar un sentimiento horrible de pérdida por la señora. ¿Cómo alguien que sale a dar una vuelta por la ciudad un momento no llega luego a su casa por culpa de un hijo de p... que no respeta las reglas de la convivencia en sociedad?

Santo no soy, me "como" la luz cuando puedo, pero lo hago a conciencia, tanto del delito que cometo como de la comprensión que tengo que ganar tiempo y sobrevivir, porque en muchos semáforos atracan cuando uno se detiene. Pero un motorizado no es precisamente sinónimo de conciencia de nada, con esa velocidad que desarrollan en una ciudad llena de carros como Caracas, prácticamente estacionada, porque no llevan un pasajero a cuestas y cuando no los amenaza en la esquina ningún peligro. Obedecen a una cultura de motorizado que se ha creado a expensas de la indiferencia contralora de las autoridades.

Recuerdo que un tiempo la plaga fuimos nosotros, los taxistas, los trasgresores de las calles; luego llegaron los buhoneros y se llevaron todos los premios, con los asaltos y el "aguante" de mercancías en la calle, donde trancaban la ciudad completa; ahora son las motos, suerte de avispero furioso sobre los aterrados ciudadanos.

¡Caracas no quiere pegar una!

2 comentarios:

Dionardo Aparicio dijo...

Me imagino el tamaño de tu impotencia al ver a ese mal nacido huir luego de atropellar a esa señora, es algo de conciencia ciudadana, mas que de represión, los ciudadanos deben ser mas "gente" a la hora de transitar por las avenidas, da mucha rabia esos acontecimientos lamentables.

Juan Taxista de la Calle dijo...

Dionardo, lo único que te pido, como lo he pensado yo, es que en nosotros mismos está la clave. ¡Coño, hay que chillar, protestar, llamar la atención al infractor ya que no hay una autoridad, reclamar! Claro, después puede ocurrir que tengamos un peo callejero, pero te digo que un hombre inteligente cuando lo asiste la razón en la calle se hace acompañar de otros, como ellos mismos, los motorizados se hace acompañar en el delito por sus sus iguales.
Saludos.

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