¿Buscas un respuestos para tu auto?

¡Ve al final de la página!

martes, 12 de febrero de 2008

Reempezando la rutina

Ayer tome en San Bernardino a un chamo con aspecto de neerd en San Bernardino. Me dijo que iba a al metro los Dos Caminos y le cobré lo que a él le pareciera, porque a decir verdad, hacía una tarde magnífica, friíta, bajo pura sombra de los viejos árboles del lugar y yo estaba disfrutando del trabajo. Me dio BsF. 25.
Resolví irme por la cota 1000 y llegué en dos por tres, aunque no sabría decirlo con precisión. El pana fue de lo más entretenido, ya se sabe, gente con la que provoca conversar. Me dijo que era psicólogo egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. Nos calamos una colita en la Av. Sucre, bajando, pero como dije, ni pendiente del tiempo. Me habló de sus pacientes, sus enfermos, su trabajo, de literatura, poesía. ¡Vaya, el tío se las trajo! Increíblemente no tocamos el tema político, punto que enardece a los clientes cuando descubren que piensas diferente a ellos, y al chofer, que a veces tiene que hacer de psicólogo para hablar con algunos necios.

En fin, un día tranquilo, sin pensamientos provocadores de cacería femenina. Aunque después me tuve que contener, porque me traje de regreso hasta El Rosal a una colombiana bella, de ojos y cejas negrísimos que hablaba de una manera endiosada para mis oídos. No era parlanchina, propiamente, pero era el tipo de chica silenciosa que le gusta hablar siguiendo el pasto que le den otros. Pero no hablé. Pensé en mis rollos con las mujeres, mis aventuras y en mi bolsillo, el cual empiezo a recuperar con mi trabajo. La masa no está para bollo, como se dice. La dejé en su casa y cuando lo hice, dado mi amable silencio, tuve hasta el temor de que me pidiera el teléfono para que la viniera a buscar, porque me decía que esa carrera era una rutina para ella. Pero nada... Y fue mejor.

Tengo bastante con la doncella del cerro que quiere salir preñada, la madre de mis hijos, que en realidad es la propia, mis hijas, mi hijo, y mi vida desordenada.

De regreso pensé bastante en una aventura de un tiempo atrás, pero no quise echarle más leña al recuerdo. Con decir nomás que el encanto de la colombiana me recordó dos cosas: la colombiana caliente de Guayana, por un lado, y la profesora (la catira) de 36 años que me tocó desvirgar, por el otro. Me vine con ese peleado recuerdo, hasta que arribé al estacionamiento y cerré un rutinario día más de trabajo.

No hay comentarios:

.

Artículos más recientes

Vehículos: Repuestos y partes online

.