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miércoles, 13 de febrero de 2008

El sueño, el transito y las multas en el Municipio Chacao

Más vueltas sin nada interesante, fuera de que me fue satisfactoriamente con las carreras, a pesar de la congestionada ciudad a eso de las 5 y pico. Pasé una hora improductiva entre PDVSA de la avenida Libertador hasta Centro Comercial Chacaíto. ¿Vale, es justo para el atribulado bolsillo? Sin embargo, sortee bien al toro.

Dos cosas molestan mi ánimo, el cual tengo que controlar. La deportiva frialdad del cliente, así sin más, full de colas hasta por los cielos, pretende pasarla sentado largamente a tu lado por dos peniques. ¡Carajo, algo de conciencia! Porque si es cierto que nada hacemos solitarios en una cola, más difícil la vaina se pone con un tipo que pone trompa porque no pasas por encima de los demás. ¡Qué tal! Como ocurrió el otro día con un tío, que daba por natural comerse todas las luces y atravesarse como un troglodita con tal de llegar tranquilo a su baño -se dirá. Cuando viene el fiscal y te pone la multa, se van corriendo y hasta aprovecha el asunto para no pagarte los dos centavos que su miseria le inspira. ¡Así es la vida!

El otro asunto que me corroe como gusanillo molesto de la descomunal cantidad de vehículos. ¡Caramba, donde los meteremos! ¡No y que estamos reventados de pobreza! Pareciera el caraqueño tener mejor disposición para comerse un pedazo de hierro con caucho que un pote de arroz o leche, aunque la consiga.

Leí sorprendido que el año pasado el venezolano compró 550 mil vehículos, el doble del antepasado. Dada la proyección, de doblaje porcentual, habrá que esperar que este año compremos el millón. ¡Qué tal! Tremendos faranduleros.

Y no dejo de comentar Chacao, el municipio temible para el tráfico. Cinco veces prefiero el centro de la ciudad que ir a ese tan rematado municipio de oro. Allí se sufre y se sufre perdido entre las colas, hasta el punto que provoca llevarse una afeitadora para cortarse la barba -que crece ahí mismo, mientras se espera ante un semáforo. Hay fiscales por doquier como congestión siempre. La mayoría de los conductores, por obra y gracia de la depredación de otros o la de ellos mismos, andan siempre fuera de la línea, de la raya, del tiempo de la luz, o hasta dormidos, calientes todo el tiempo, llevados a un colmo por el feliz fiscal que ¡tan! te clava tu boleta. Estoy llegando a la convicción que atestamiento vehicular en el lugar y la alta cantidad de multas hasta por cualquier detalle, sin perdón de ningún tipo, es algo deliberado para ordeñar a al conductor que por necesidad pasa por allí.

No me extrañaría que prontamente implementen multas también a los peatones, caminar lento, por la izquierda en vez de la derecha, carraspear o cualquier vaina. No exagero.

En otro orden, hablé con la chica que me espera en las alturas, Mariú, la del ansiado embarazo, y le lance lo de distanciarme un alguito más, más independiente, de vez en cuando, una que otra vez, en fin, graneado. Todo magnífico, aceptó en todo, pero sigue con la idea de ayudar a incrementar la población del país.

¡Qué remedio!

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