Una baja en el gremio: Duilio Abreu

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Duilio Abreu, 37 años de edad, se lo llevó el hampa, el hampa impune de Ciudad Guayana. Desapareció el día 2 de marzo y lo encontraron dos semanas después al lado de un cementerio de Puerto Ordaz (¡qué amables delincuentes hijos de puta!), en una de esas avenidas mortales que tiene nuestra zona del hierro, la vía Caracas, tan peligrosa como la avenida Atlántico, la vía hacia ciudad Bolívar o Upata. Lo torturaron antes de despedirlo con un tiro de gracia; luego lo quemaron, aparentemente.
El caso cobra proporciones dantescas si consideramos los pormenores. A su esposa, la Sra. Raquel de Abreu la mantuvieron en zozobra durante los 12 días del secuestro. La llamaban y le daban esperanzas o la amenazaban; y esas llamadas, con todo lo que implicaban en crueldad, mantenían la esperanza de que el hombre aún estuviera con vida. La Sra. Raquel se movilizó y fue parte activa en la conformación de la protesta que se organizó a raíz de la muerte de su esposo. Los taxistas y su gremio salieron a la calle. Nosotros los taxistas, sus compañeros de oficio, siempre estuvimos expectantes.
Pero el desenlace fue fatal. El hombre apareció muerto y las palabras de su esposa son más que gráficas cuando se mantiene en el alma una llama de esperanza encendida y de pronto la ilusión se quiebra: "ya obtuve la respuesta que estaba buscando... encontré a mi esposo, no me queda nada más qué hacer, debo seguir adelante... ya lo mataron".
Es el segundo del mes de marzo, y el décimo en lo que ha transcurrido del año 2.007, de acuerdo con declaración del gremio.
Los detalles del atraco apuntan hacia una banalización de la muerte. ¡Qué poco vale una persona en la tabla de valores de un roba carros o atracador de taxista! Fijense: consiguieron el vehículo en un lugar llamado Sabana de Piedra, sin rines ni radio: eso por ahí nos habla de que el hombre fue muerto por el valor de tales accesorios, algo así como Bs. 800.000; por el valor del teléfono que le quitaron, de donde llamaban a la esposa, quizás unos Bs. 200.000; y por el gusto de dar unas vueltas agitadas por la ciudad manejando un carro robado, utilizado seguramente para cometer fechorías. Otros detalles: seguramente la batería, un faro o las herramientas de primeros auxilios. Es un acto de zamuraje donde todos los malhechores salieron con su parte.
En nuestro país ahora se inicia un proceso de revocación de mandatos de las autoridades que son responsables de las políticas municipales y gubernamentales; supongo que el problema de la inseguridad habrá de pesar en los cambios que se tengan que operar. Sé que la muerte de este hombre, como la de otros trabajadores del volante, pesará en el accionar político del momento.
¡Un saludo, Duilio, para allá vamos todos, unos antes otros después! Siempre la muerte de un hombre honesto se traduce en arma de combate que procura el bienestar de los que quedamos vivos.
A ustedes que me leen les consta que he hablado de la probabilidad de muerte de este aventurero del volante que soy yo. Siempre he dicho que no entiendo cómo es que sigo vivo después de aventurarme con mujeres o bebidas en cualquier punto de la ciudad. La última situación riesgosa la viví fue cuando andaba cazando a Rita. ¿Lo recuerdan?
Bueno, los dejo hasta un nuevo amanecer.

Documentación:
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duilio abreu taxista