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viernes, 1 de diciembre de 2006

Conteniendo las emociones

Lunes hasta jueves: nada extraordinario, trabajando más que todo en las noches, con la rutina propia de los taxistas a esa hora, sobretodo la mía, que ustedes ya conocen.
Dos cosas no más, dignas de comentar.
La primera, el martes por la noche boté la piedra a millón. Después de tomar dos vejucas en la pata de una barriada y arrancar para tomar el canal izquierdo, tuve lanzarme bruscamente hacia la orilla para evitar un Alonso Fórmula Uno que apareció en mi retrovisor. Le saqué la madre con toda la intensidad del momento, pero en silencio para respetar a las doñas. El asunto es que mientras me afabana en sacar madres con maldiciones añadidas, no me fijé en algo abombado que confusamente distinguí a última hora: un perrito muerto, pobrecito él, lleno de toda la fragancia de un jardín.
Explotó debajo de mi vehículo, y luego fui yo el que me abombé de la ira, la cual se incrementó con los estúpidos lamentos de las señoras, que ustedes pueden imaginar. Que si huele mal, que que si mala suerte, que si vomito. ¡¿Pero que acababa de pisar: un canasto de flores!? Quería decir algo así, pero me contuve y guardé silencio, esforzándome como un monje tibetano que controla sus emociones. Quería también preguntar a las damas si cuando salían de su barriado no había tenido la necesidad de saltar charcas, barros, basureros... Bueno, así son las emociones.
Decidí correr para pasear el vehículo fuertemente contra el viento, pero la fragancia me acompañó hasta el destino de mis pasajeras, a quienes tuve que soportar como llevo dicho. Ellas escupían y hablaban.
En fin, después de dejarlas, jale el carro hacia un monte y lo masajeé un rato contra los arbustos.
El otro hecho es una chica de dieciocho que conocí el miércoles, quizás como compensanción por lo del perro muerto.
Como a las 12:00 am me pare frente a una rejas que daban la idea de una venta. Pregunté si no vendían cervezas. Un hombre canoso me cayó y me dijo que sí, que pasara, que yo tenía suerte, que estaba invitado a su cumpleaños, que estaban a punto de picar la torta. Dije que no, que trabajaba, pero en el acto me arrepentí, porque desde una puerta del fondo de la casa vi salir a dos juveniles criaturas del sexo femenino.
Rectifiqué y entré. Me instalé en una mesa y desde allí posé mi vista sobre una descomunal muchacha, invitándola a sentarse conmigo.
No me hizo gran caso al principio, pero insistí y al rato compartía conmigo unas cervezas.
Empecé a hacer mi trabajo masculino, atacándola, halagándola, mirándola con galantería y sano deseo de amor. Bebí como diez cervezas y empece a sentirme como un joven de veinticinco, confiado en mi galantería. La chica resistía, y me miraba como diciéndome "¡Ya va, déjeme responderle!"
Yo seguí. Le dije que me había molestado en cesar un rato en mi trabajo por causa de ella, quien me deslumbró desde el principio.
Hablé de todo con ella, enterándome de su escasa experiencia vital, al menos en sus capitulos más resaltantes. De donde venía, que hacia, que estudiaba, si tenía pareja, si se aburría en su casa...
En fin, empece a sonsacarla para salir en el momento fuera de esa casa, si era posible. Entonces me frenó y me recordó que ella tenía dieciocho años y que yo le hablaba como a una mujer muy corrida. A mí se me antoja preguntar si eso tenía importancia, del mismo que hay la tendencia a no darle gran importancia a la virginidad en la actualidad.
Me tranquilicé un poco y fui más cortés, logrando al final de la conversación su teléfono y un breve roce de labios que me dejó encendido.

Bueno, tuve que frenarme un poco con la chavala


La bautizaremos como Rosa, y se las presento con todo el gusto del mundo, como sustituta por los momentos de la complicada Rita, quien -por cierto- me ha estado llamando al teléfono de mi padre, y a quien he sometido a un terapia de alejamiento por los momentos.
Por cierto que en su última llamada la Rita me comprometió para hoy viernes en la tarde, pero también lo estoy con Rosa. Veremos: si Rita o Rosa.
Al menos cuento en estos momentos con dos opciones.

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