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sábado, 18 de noviembre de 2006

Una noche larga y tendida


Hoy amanecí con el bolsillo algo nutridito: trabajé toda la noche y trajiné el bolsillo de mi amado prójimo. Es decir, por la hora les cobre fuerte. Redondee un monto de Bs. 400.000, desde las 8:30 pm hasta las 5:30 am. Monte culones por cantidad e hice un recorrido de 600 KM en total. Aclaro que trabajo en estos momentos en Pto. Ordaz, aunque suelo hacerlo en Caracas. Me bebo ahora unas cervecitas para rememorar tan larga noche.
Todo empezó después de fustrada cita con una linda damisela -digamos Rita- que esperaba escapársele al marido para disfrutar conmigo. Treinta años, dos niñas, contextura delgada, senos como del tamaño de una naranja, rostro divino. No pudo ser. El tipo apareció temprano por su casa y yo me que quedé como un zamuro, dando acechantes vueltas.
Decidí trabajar corrido para descargar la energía que había acumulado para la cita.
Los primeros servicios fueron los convencionales, desde la 9:00 pm hasta las 11:00, gente bien que luego se va a dormir. Hacia las doce empezó la hora de los maricas, borrachos y putas, especies nocturnas. A tal hora el ambiente se pone peligroso pero más alegre. Luego, después de las dos, le dí corrido hasta la luz del día, y el aire que se empezó a respirar olía a peligro. Trabaje siempre con la sensación del atraco, pero nada ocurrió. Transcurrió el tiempo más que todo en Puerto Ordaz y Unare.
Hacia el amanecer me paré frente a un bar de putas en San Felix, y las zorras, a luz de mis ojos medio prendidos, lucían de maravilla. Vestían ropas mínimas y sus cuerpos eran desbordantes. Tremendas mulatas dejando correr la juventud de sus carnes entre humo y caña. Una de ella me contó de su sufrimiento con un cliente a quien le olían los pies; otra, el dolor que sintió cuando fue penetrada por una especie de asno o caballo con dos patas.
No toque nada, pero debo confesar que siempre que trabajo hasta el amanecer me invade una necesidad de aventura terrible y un gran deseo por una mujer. Logro controlarme.
Cuando vi las primeras luces, recordé que tenía que verme con Rita a las diez para llevarla a pasar el día en un fundo hasta que salieramos en la tarde para ir a pasear por el puente Orinoquia, de reciente inauguración. Mi ánimo caldeaba, y me sentía con ánimo de proponerle que se acostase directamente conmigo, no importando lo temprano del día.
Todo se atenúo con un par de horas que dormí hasta las 9:00 am.
Ahorita en la tarde maduro el modo de cómo acostarla, sin que me afecte tanto el bolsillo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alguna vez has entrado al bar llamado el plaza de san felix?? me gustaría leer algo sobre el.....al parecer tiene muchos cuentos...

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