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lunes, 5 de mayo de 2008

Remordimientos de conciencia

Tomado de igualitocomolovienlosojos Saludos nuevamente, ¿cómo están, pocos lectores de este taxista sin remedio.  Porque he me puesto a considerar dejar el oficio (¡vender el vehículo!), principalmente por mis seres amados, que me ruegan que deje las calles porque en cualquier momento no regreso.  Yo digo que lo voy a pensar, pero no lo puedo evitar, mis amigos:  cuando enciendo el motor del vehículo, enciendo la aventura dentro de mí, y no fuerza que me detenga.  Si de sobra sé que trabajar en la madrugada es candela, a mi nadie me para, bajo el efecto como ando de una fémina, del trabajo mismo o de unas birras que me pueda tomar en el momento.

También me interrogo si el cuento de taxista no es una excusa existencial para andar pescando culos por ahí.  Fíjense que he hecho un blog para referir aspectos de mi trabajo y lo que hago es relatar los detalles de las conquistas.  Pero ¿cómo se hace?  El vehículo es como un cuarto de hotel ambulante.  Al menos para mí.  De donde uno menos espera, sale un chance.  Nunca me aguanto y me insinúo con las pasajeras con quienes hago confianza.  Y ella..., ¡no importa, vamos!  Ya les he dicho que cuando uno menos busca, más chance sale.  ¡Cono, compadre, cómo se hace!  La vecina misma me pidió un servicio y no la he querido llevar para no meterme en problemas (el marido es tremendo cuarto bate, y además es mi edificio de residencia).

Puede sonar un pelo exagerado, y yo mismo digo que lo es.  Pero las cosas son ciertas.  Cuando esté más sosegado les hablo del tráfico, de los cambios en cuanto a tráfico en los municipios, muy buenos por cierto.  ¡Caramba, la ciudad está arreglada y hay que reconocerlo, fuera de la plaga de los motorizados!

En fin, lleno de remordimientos, he tenido que dedicarle tiempo a Mariú.  Me he fajado con ella, le he sacado videos, los he subido a Internet y le he dado el link, he hecho el esfuerzo de preñarla...  Pero nada.  Se obsesionó.  Quiere, como les dije, a como de lugar, salir en cinta.  Pero no pega.  Ahora mismo que me paré en un centro de conexiones para escribirles a ustedes, curiosos, estas nota, voy a subir para hacerle el amor.   Me llamó y se lo ofrecí.  Médico brujo con ella.

La gocha, por su lado, la dejado un poco para mantener los niveles de interés.  Nada de darle gran importancia.  Ya está sellada, ya la acosté, ya está ahí a la mano.

Les cuento que la semana pasada, un día después de ver a Mariú, la fui a buscar cerca de su casa (ahí no entro), y por un pelito no me meto en tremendo lío con unos choros.  ¡Son caras estás cacerías, ¿eh?  Fue a dar la vuelta en "U" y asusté a una doña con la trompa del carro, pegó un gritó y al hacerlo dos malandrones salvavidas salieron al rescate.  Como se comprenderá, no me bajé.  Les dije que yo estaba ojo avizor, que nada pudo pasarle a la viejita; pero los pajaritos se ofendieron porque los desprecié a no bajarme y le dieron un golpe a la puerta.  Me dije, ¡bah!, no es la primera vez, y me fui.  Después la llamé y la esperé abajo.  Estuve un rato con ella.

Bueno, me despido.  El trabajo ha resultado monótono.  Casi no paro en casa y, lo mejorcito, son estas dos chicas que todavía no me cansan.  Les confieso que me resulta complicado escribirles.  Tengo Internet en casa, pero casi no paro allá, llegando muy cansado.  Saco tiempo y les dejo mis historias de calle.  No puedo escribir con la frecuencia que quisiera.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Epa mi bro, ak pendiente de su proximo relato, esta vaina huele a pura calle, por aca lo sigo desde la semana pasada.
Espero mas news de sus andanzas

Juan Taxista de la Calle dijo...

Fino, bro, saludos a mis pasajeras de Guayana. ¡Vaya si esa tierra no es de mujeres muñecas! Mucho de mis historias están llenas de ellas. Por allá todo es calidad, fuera del calor: cualquier salidita es un río o tremendo paisaje. Con las nenas fui: a los Castillos de Guayana, los balnearios del Caroní (todos), la vía de Bolívar, los hoteles de la Vía de Upata (El Castillo), Parque La Navidad, la Chalana, La Llovizna, Caruachi, etc; más allá, me he llegado a Upata, el Palmar, El Callao, Guasipati, El Dorado, Gran Sabana. ¡Hermano, no tiene rivalidad! Tengo amigas allá, y la cabeza llena de recuerdos. Uno de ellos fue un viaje que hice con dos amigas... Bueno, este un comentario, será luego.
A tu orden...

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